Indiscutiblemente, en Empédocles
el Odio forma parte de aquello que es. Cuando, vencido por el
Amor, el Odio deja obrar, se repliega al exterior de la esfera,
a la espera de su turno, fijado por el «cumplimiento del
tiempo». Pero el Odio no es, como la guerra de Heráclito, el
padre de todo — en todo caso no es el padre de un mundo humano.
Es justamente porque es por lo que lo negativo debe ser abolido.
Lo que no viene a ser lo mismo que afirmar con Parménides que no
será pensado o, por el contrario, con Leucipo y Platón, que
puede serlo. En este sentido, Empédocles es paradójicamente un
pensador «postsofístico».
André Laks