Errancia espectral de las palabras. Esta retornancia no
viene a las palabras por accidente, tras una muerte que les
llegase a unas o se les ahorrase a otras. La retornancia es eso
que se reparten, desde su primer surgimiento, todas las
palabras. Siempre habrán sido fantasmas, y esta ley rige en
ellas la relación entre el alma y el cuerpo. No podemos decir
que lo sepamos porque tenemos la experiencia de la muerte y del
duelo. Esta experiencia nos viene de nuestra relación con esta
retornancia de la marca, luego del lenguaje, luego de la
palabra, luego del nombre. Eso que se llama poesía o literatura,
el arte mismo (no distingamos de momento), o lo que es lo mismo,
una cierta experiencia de la lengua, de la marca o del trazo
como tales, quizá no sea otra cosa que una intensa familiaridad
con la ineluctable originariedad del espectro. Cabe,
naturalmente, traducirla en pérdida ineluctable del origen. En
el duelo, la experiencia del duelo, el paso también de su
límite, sería pues difícil ver una ley que domine un tema o un
género. Es la experiencia, y como tal, para la poesía, la
literatura, el arte mismo.
Jacques Derrida